Organización social de los Aztecas


Contratrario a lo que se ha creído, los Aztecas no eran un imperio en todo la extensión de la palabra. Cierto, nadie podía desobedecer una orden del Gran Orador o HUEY TLATOANI- nombre correcto de el emperador Azteca-, sin embargo el podía ser despedido, justo como le pasó a Moctezuma durante la invasión española: fué despedido y en pusieron su lugar al joven Cuahutemoc.

El hijo del Gran Orador no siempre era el heredero, era un consejo de sabios- muy similar al senado romano- el que decidía en forma democrática quien sería el próximo gobernante de Tenochtitlan. En cierta forma la elección del Gran Orador era muy similar a la elección del Emperador Bizantino (casualmente estas dos culturas eran contemporaneas, los últimos años del Bizantino fueron antes del descubrimiento de América.

Una vez que el Gran Orador era seleccionado, el era obedecido en todo ya que el era el representante en la tierra del dios Huitzilipochtli. El gran Orador era también la cabeza del gobierno y el principal sacerdote del Gran Templo.

Este curioso proceso de selección era debido, según algunos investigadores que se basan el las leyendas e historias Aztecas, a el hecho de que el primer gobernante Azteca Acamapichtli (1376), tuvo por esposa a una mujer llamada Ilancueitl, hija de el señor de un pueblo cercano.

Esta muchacha era esteril, lo que causó que los señores Aztecas le ofrecieran sus hijas y el también tomó a sus esclavas como compañeras. Lógicamente, esto provocó que más de una resultara embarazada del rey Azteca y todas reclamaron el derecho de llevar al futuro heredero en su seno. Cuando la mayoría de los hijos de Acamapichtli tuvieron la edad suficiente, el emperador le ordenó a un grupo de sacerdotes y guerreros que decidieran quien sería el próximo emperador.

Esto originó el nacimiento del Consejo de Hombres Sabios, cuyos miembros serían los más grandes guerreros y los más sabios sacerdotes. Su selección también fué democrática ya que estos fueron seleccionados también por sus propios Calpullis - hablaremos de estos después -. Este proceso de selección existió durante todo el tiempo que duró el imperio Azteca.

Esto hizo que nunca existiera una dinastía (algunas veces el Gran Orador era familiar cercano de su predecesor, como Moctezuma que era sobrino de Ahuizotl) de familias Aztecas, previniendo con esto la antigüedad de la civilización, justo como pasó con los zares en Rusia y los reyes en Francia.

El corazón del imperio Mexica era el Calpulli. Aún antes de que el imperio existiera, el Capulli ya existía. El Capulli estaba generalmente formado por parientes o gente de la misma profesión, de esta manera había Capullis para sacerdotes, guerreros, carpinteros, trabajadores de arcilla, etc.

Cada Calpulli era una forma de gobierno autónomo, con su propio Orador o gobernador quien era elegido por el más anciano en el Calpulli. Sólo para darnos una idea, diremos que cada Capulli tenía su propia escuela, su propio templo, y si el Capulli era importante, algunas veces tenía su propia guarnición.

En la sociedad Azteca no había sociedades cerradas, cualquiera podía ser miembro del Consejo de Sabios. Aunque sólo los hombres que pertenecían a la nobleza podían llegar a ser el Gran Orador. Hay una historia Azteca que narra como un Tlaxcalteca, Najahuatzin- llamado igual que el dios que dió vida al quinto sol-, fué descubierto por Moctezuma robando madera de su bosque privado.

Cuando Nanahuatzin contestó honestamente, Moctezuma lo recompensó llamándolo Voz Principal. Esta historia muestra como aún la gente más pobre podía alcanzar los más altos niveles en la sociedad Azteca. Esta fué la razón por la cual los Aztecas podían controlar y dominar el más grande imperio en todo Norte América y uno de los más grandes del mundo.

Una costumbre Azteca consistía en que el Gran Orador, una vez elegido, se convertía en dios de ahí en adelante. De hecho cada Gran Orador era adorado en el Templo Mayor.

El protocolo Azteca era que nadie podía mirar directamente al emperador, ni hablarle ni oirlo. Esa es la razón por la cual había un vocero quien transmitía lo que su señor tenía que decir a los súbditos y lo que estos respondían al emperador. Aunque, en casos de emergencia, el monarca hablaba directamente a su Consejo.


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